Celia Cruz, the forgotten Tapes.
Era 1993 y Celia ya vivía en Miami, o donde sea que viviera ella (yo supongo que era Miami). Su "azucar" le estaba causando diabetes musical. Una noche le dijo a su esposo que ella no podía estancarse, que sentía que de los años de la Sonora, de aquella época en la que creyó en la revolución cubana a su nueva época como orgullosa gusana poco había cambiado musicalmente. Los mismos bongoes y el mismo tumbao, decía preocupada mientras se miraba al espejo y buscaba impacientemente algo que la sacara de la monotonía salsera, o mejor, de la manera en que todos movían las caderas al ritmo de las trompetas. "Demasiadas trompetas mi amor", le dijo una vez a Tito Puente que intentó, para ella, saturar varios discos de saxofones y timbales monstruosos que solo exacerbaron el descontento de la cantante.
Fue así como durante una gira en Alemania conoció el cuero. O mas bien, conoció el latex y el cuero y los látigos y toda a esa exaltación del sadomasiquismo en las manos del rock industrial. Al comienzo los vio desde la distancia, en la entrada de un bar gótico en el que los chicos y chicas de la ciudad se acercaban para oir a sus bandas favoritas, mientras ella, en la inmesidad de una limo blanca con vidrios oscuros, sentía la distancia aparentemente insalvable entre el desparpajo de la decandencia post-industrial del industrial y su tropicalísimo ser. Ellos, misteriosos seres deambulando en la noche de una ciudad siempre en ruinas, mirando el mundo desde ese lugar lleno de dudas, sintiendo en la piel el latex y las miradas de un mundo que no los entendía. Tan punks, tan cyber, tan decadentes, tan hermosos.
Lo que siguió no ha sido descubierto en su totalidad. De alguna manera Celia se escabuyó en un concierto de KMFDM, y tuvo lo que algunos llamaron"extraño coqueteo" con Sascha Konietzko. Quienes lo presenciaron dicen que a él siempre le gustó la Sonora y en general la Fania. Algunos afirman que lo suyo era una transmutación sonora, salsa a la alemana. Pero por supuesto no son más que especulaciones.
Lo que sí sabemos es que luego de una larga conversación en donde el brillo de las lentejuelas de Celia alumbraron la siniestra determinación sexual del lugar, ambos músicos decidieron hacer un disco juntos. Las sesiones de grabación, dicen, se llevaron a cabo en Londres, donde Celia aprendía a una velocidad excepcional el uso de sintetizadores, secuencias, máquinas y guitarras eléctricas. No es claro si llegó a usar cuero y látex de manera regular, pero aseguran que al menos lo intentó.
El proyecto, que para seguir los deseos de Sascha tuvo un acrónimo como nombre, logró grabar seis canciones en forma de EP, donde se incluía una mezcla de "Burundanga" que algunos llegaron a llamar "mas agresiva que la original". De cualquier manera, lo cierto es que por razones desconocidas, de las que ninguno de los dos músicos ha querido hablar (algunos creen que el affaire entre ellos era más que musical), el disco nunca salió a la venta y las únicas dos copias permanecen en el sepulcro de Celia, que decidió ser enterrada al lado de esa fúga del sonido que la hizo la leyenda que es hoy.
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