domingo, 7 de junio de 2009

Isis

Lo que me gusta de Isis es la manera como entran al escenario. Los manes están detrás de una pantalla donde pasan videos muy extraños y que funciona como cortina para que no veamos como arreglan los instrumentos. La pantalla no cubre todo, por lo que los espectadores que se encuentran mas cerca del escenario y a las esquinas pueden ver que ocurre en la tarima. Mientras, suena algo que se parece a Neurosis -en un concierto de estos todo tiene que sonar Neurosis, o Tool- y mientras veo que están acomodando al frente mio los sintetizadores, en la pantalla muestran a un cuervo que, amarrado por un hilo negro a una de sus patas, trata de volar hasta una ventanita rectangular, pequeña pero única posibilidad de libertad. El color de los ojos del cuervo cambia varias veces y la sensación de ansiedad se apodera de quien ve el video, o sea, se apodera de mi hasta obligarme a dejar de mirar. Estoy seguro de que no solo me sucede a mi sino a todo el que le pone atención un rato a la pantalla.

Isis sale y empieza a tocar, sin saludar, sin mirar al público, sin ningún tipo deparafernalía, casi como abofeteando a Kiss. Dulcinea, Wrist of kings, canciones viejas y canciones más nuevas, una detrás de la otra a un volúmen que logra hacer que duelan los oídos. Pelican Estuvo bien, muy bien de hecho. Esa banda me recuerda mucho a Maiden, es como post-rock con heavy. Pero lo que pasó con Isis, a mi manera de ver, no se puede catalogar con esos criterios. La gente se dejó atrapar muy fácil por un sonido que salía de los instrumentos, se mezclaba en los parlantes y salía despedido con una violencia tremendamente sútil hasta apropiarse de todo el auditorio.

La repetición se vuelve hipnótica. Uno puede sentir como el auditorio completo se va volcando sobre el sonido de Isis, dejando que ellos nos introduzcan en una especie de loop que va siendo cada vez mas profundo e intenso. A veces da la sensación de querer escapar, como si entre las luces del escenario y la música se escondiera un asesino con un cuchillo y si la música no cambia, el tipo fuera a matarnos. Pero nos perdemos lentamente en ese ejercicio hipnótico que la banda nos ofrece y nos dejamos llevar. Yo lo veo, lo siento en la dispocisión de los cuerpos de la gente alrededor mio, personas con los ojos cerrados, moviendo su cabeza de arriba abajo con mucho cuidado, como si les diera miedo que se les fuera a caer, sujetos y sujetas con la mirada fija en el escenario y los labios siguiendo la tonada,anticipando los movimientos de las manos del guitarro, pero depronto todo cambia. El efecto es exactamente el de un sacudón, la figura del asesino que parece haber saltado del escenario hacia el público a degollar a alguien.La voz gutural, mas bien parecida a un eco de algún grito desgarrado, aparece de vez en cuando y la música empieza a girar alrededor de ella.

Luego, se despiden, pero no dicen nada. Levantan sus manos como diciendo chao y como si fueran muy timidos y las luces se prenden y yo me quedé con ganas de fumar.

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