martes, 14 de septiembre de 2010

a silver mount zion

Mientras el mundo es saqueado, los zombies caminan por las calles y se palidecen las pieles de la gente antes de dormir, A silver mount zion canta. Al tiempo que el tiempo se acaba y en las metrópolis postcoloniales revientan los truenos de una decadencia insoportable, el sonido de una guitarra se despliega entre la tristeza y la esperanza que no deja de parecer más bien un canto a lo primero aferrandose tercamente a lo segundo. Las ciudades gigantes se doblan mil veces y en cada esquina esconden los trazos del camino a sociedades autómatas y muertas, donde suenan violines y chelos que relatan la historia de como llegaron hasta allí, hundiendose sordamente en la soledad y la miseria. En el siglo XIX, Marx apelaba a ciertas metaforas e imagenes en las que el trabajador aparecía totalmente sometido y alienado cuando se le sustraía el trabajo, que para Marx,es mas o menos el mojo de austin powers, es decir, la vida, la fuerza, la posibilidade de ser. Y así construye sus paisajes sonoros A silver Mount zion, no desde la miseria del trabajador esclavizado, es decir, no desde las maquílas y su brutalidad, sino desde los centros comerciales y casas y labradores en los suburbios, como pincelazos que van cerrando el horizonte hasta aprisonar la creatividad, la vida, el movimiento.

Y así van cayendo las notas y los cantos, que a veces parecen cansados y ágonicos. Las tormentas de nieve silencian la ciudad y le dan otro tiempo a las ciudades, y mientras tanto a silver mount zion suena esperando que el cielo comience a bajar, como estripando lentamente el espacio hasta que todo explote.

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